Este miércoles 20 de junio, el Día amarilloUn concepto motivador que se vuelve más popular cada año como el «día más feliz del calendario». Aunque no es unas vacaciones oficiales o respaldadas por métricas científicas absolutas, su simbología ha penetrado como una excusa para resaltar los aspectos que mejoran el estado de ánimo.
Esta fecha, que gira en torno al color amarillo, asociado con la alegría, la creatividad y la luz, se propuso en contraste con el Lunes azulY ha habido una tendencia en las campañas publicitarias, el trabajo de buen trabajo y las iniciativas de contenido inspiradoras.
Luz natural, clima y conexión favorables
Las elecciones del 20 de junio no son arbitrarias. Coincide con él Solsticio de verano en el hemisferio nortelo que significa más luz solar y temperaturas generalmente agradables. Esta extensión del día está vinculada a una sensación subjetiva de vitalidad, apertura y libertad.
Además, alrededor de esta fecha, otros elementos coinciden que pueden contribuir al buen humor:
- Comienzo de vacaciones para niños y adolescentes.
- Días hábiles reducidos o más flexibles.
- Actividades sociales al aire libre como conciertos o ferias.
- Proyectos de verano que generan ilusión.
Todo esto forma un ambiente emocional que te invita a disfrutar más.
Una fecha simbólica, no una obligación
Aunque algunos pueden no sentirse «felices» ese día, los psicólogos como Pilar Conde recuerdan que la intención del día amarillo no es generar presión emocional, sino sugerir un cambio de enfoque. «Está bien no sentirse al 100 %; lo importante es dar permiso para disfrutar sin culpa», dice.
Celebrar este día puede ser tan simple como contemplar una puesta de sol, preparar un plato que le gusta o simplemente sonreír más.
Un día para crecer bien
En última instancia, el Día Amarillo es una excusa simbólica para recordar que los pequeños factores diarios también construyen bien: una caminata, una conversación con alguien querido o un momento de pausa.
Si bien la felicidad no depende de un calendario, tener días como este le permite hablar de ello con ligereza y curiosidad. Tal vez ese sea lo más valioso: detener, incluso un día al año, para preguntarnos qué nos hace sentir bien.