Este miércoles 10 de septiembre, el mundo vuelve a mirar una realidad que a menudo se esconde entre el miedo y el estigma: el suicidio. Desde 2003, esta fecha busca hacer visible un problema que afecte a millones de personas, pero que, con voluntad y acción, se puede prevenir.
Cambiar la narrativa: el lema que desafía
El lema elegido para el período 2024–2026, «Cambiar la narración», no es solo un eslogan. Es una invitación para dejar atrás los prejuicios, abrir espacios de escucha y comprender que hablar de suicidio no incita, sino que se libera. Porque cuando habla, un puente tiende. Y al escuchar, se apoya una vida.
Figuras que duelen, pero también movilizan
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 720,000 personas mueren por suicidio cada año. Eso es equivalente a una muerte cada 40 segundos. En América Latina, por cada muerte, al menos 20 personas lo intentan. En Colombia, solo en la primera mitad de 2025, se registraron 1.352 muertes para esta causa. La mayoría eran hombres, aunque las mujeres presentan más intentos.
¿Qué estamos haciendo?
En ciudades como Medellín, se han implementado estrategias como el Código de Oro, las escuchas y la línea de amigos, los espacios donde los psicólogos brindan atención libre. Estas iniciativas muestran que la prevención no es una utopía, sino una tarea colectiva que comienza reconociendo el dolor de los demás también.
Señales que importan
Los cambios repentinos del estado de ánimo, el aislamiento, las frases como «No quiero continuar» o «Soy una carga» puede estar alerta. No se trata de ser expertos, sino de estar presentes. A veces, una conversación en el tiempo puede evitar una tragedia.
Una causa que nos involucra a todos
Este día no es solo para profesionales de la salud. Es para padres, amigos, maestros, compañeros de clase. Para aquellos que están cerca y pueden alcanzar. Porque prevenir el suicidio no es una cuestión de grandes gestos, sino de pequeñas acciones sostenidas.
Hoy, más que nunca, cambiar la narración significa hablar sin miedo, escuchar sin juicio y acompañar sin condiciones. Porque detrás de cada estadística hay una historia. Y detrás de cada historia, una vida que merece ser vivida.