María Esther Panesso Mercado Estudiar administración operativa y derecho; Es abogada de familia y MBA por el Instituto Español de Empresa. Sin embargo, es el arte lo que le ha dado el mayor reconocimiento en vida. Lo llevó al Museo Beka, Rockefeller Center de Nueva York, en 2023, y ahora estará en el Salón Rell de París, que se celebrará del 28 de octubre al 2 de noviembre de 2025.
«No merezco vivir del arte, y creo que me permitió vivirlo libremente. Mi profesión de defensora me da estabilidad y me permite pintar sin la presión del placer de vender», dice María Esther en una entrevista con El Tiempo mientras prepara su exposición en la capital francesa.
Sus obras, pinturas inspiradas en la belleza de la vida cotidiana y en su mayoría al óleo, están firmadas, está firmado «Mercado», su segundo nombre, como un sincero homenaje a su madre, su inspiración en la vida y en su arte, pasión que desarrolló gracias a la dedicación de su padre.
María Esther, amante de los viajes, la naturaleza y el golf reciente, nos habló del desafío de ser la tercera colombiana en exponer en este espacio de París -tras la participación de Mar Dines y Miguel Prieto Verástegui-, sus proyectos emergentes, la importancia de su familia y su inspiración.
Empecemos hablando de su elección en el próximo Salón de Otoño de París, que se celebra desde principios del siglo XX. ¿Cuál será su participación allí?
Está inspirado en el concepto de “dualidades del alma”, una reflexión sobre los contrastes que habita todo ser humano. La obra que presentaré nace del diálogo entre luces y sombras, entre razón y emoción, entre la firmeza de la ley y la sensibilidad del arte. En mi caso, la dualidad se expresa entre mi rol como defensora – donde busco dignidad y justicia – y mi rol como artista – donde persigo las mismas verdades desde lo intangible: a través de la luz y la profundidad del alma humana. Ambas son manifestaciones del mismo propósito: elevar, transformar y reconciliar el espíritu humano. Seré el tercer artista colombiano expuesto en este espacio, que representa un honor histórico. Mi trabajo será un puente entre mi país y la tradición artística europea, con una presencia femenina que afirme nuestra voz y nuestro legado.
El artista también tiene otras exposiciones en el Hotel W, Bogotá y en el congreso. Foto:Cortesía de marketing ziru
También fue reconocida por Forbes como una de las 50 colombianas más creativas del mundo.
Es un privilegio, es un recordatorio del poder que tiene la autenticidad si se vive sin miedo. Estudié administración de operaciones internacionales, derecho e hice un MBA. Hoy me dedico al derecho de familia y al mismo tiempo desarrollo mi carrera profesional como artista. En este camino, entendí que todas las disciplinas tenían esencialmente un mismo propósito: transformar y dejar huella.
Fue la primera colombiana en exponer sus obras en el Museo Beka del Rockefeller Center de Nueva York. ¿Cómo fue esa experiencia?
Profundamente significativo. Nueva York es el epicentro de las artes y la cultura contemporáneas, un lugar donde el mundo entero se eleva. Si el primer colombiano exhibe allí significa que abro una puerta simbólica a mi país, demostrando que el talento colombiano tiene un lugar legítimo en los escenarios más exigentes del mundo. Ver que mis obras resonaban en las pantallas del Nasdaq de Times Square, en el corazón financiero del planeta, fue un homenaje a nuestras raíces.
Su padre fue su gran promotor y crítico, y su ausencia fue dura para ella. ¿Cómo ves ahora, cómo sientes tu legado?
Desde muy pequeño, el arte fue el punto de encuentro más profundo entre mi padre y yo. Me ayudó a entender que el arte había que emprenderlo con disciplina. Nuestro sueño siempre fue convertirme en artista, un sueño que se detuvo cuando él falleció. Durante años fue demasiado doloroso coger los pinceles, así que me retiré como defensor en el mundo profesional. Con el tiempo, entendí que regresar al arte era la forma más profunda de conectarme nuevamente con él para mantener vivo su legado. Hoy siento que Él me acompaña en cada paso.
Se habla mucho de su padre, pero hablemos del impacto y la importancia de su madre en su trabajo.
Mi madre es la raíz profunda que todo lo sostiene. Cuando mi padre falleció, descubrí junto a mi madre a una mujer que redefinió el significado del poder para mí. Nunca dejó que su miedo se manifestara, aunque sé que sentía la incertidumbre de criar sola a dos hijos. Con su ejemplo entendí que la verdadera resiliencia no es resistir sin caer, sino levantarse con amor y dignidad cada vez que la vida te rompe. Su ejemplo no sólo me inspiró en mi vida personal, sino también en mi profesión. Por eso elegí el derecho de familia para acompañar a mujeres que, como ella, afrontan la vida con valentía y dignidad. Y por eso también pinto mujeres fuertes, libres, resilientes y humanas: porque en cada una de ellas está el reflejo de mi madre y de tantas mujeres que apoyan al mundo sin quejarse. Dibujo mis obras con el apellido de mi madre como acto de agradecimiento. Esta es mi manera de decirte «gracias» por tu ejemplo.
María Esther está convencida de que el arte no depende de la inspiración, sino de la constancia. Foto:Cortesía de marketing ziru
Durante la pandemia pintó por encargo. Cuéntanos un poco sobre ese momento de tu carrera artística.
Fue un momento de duelo humano colectivo y profundo. Durante la pandemia, muchos de los encargos que recibí provinieron de familias que perdieron a sus seres queridos. Sentí una enorme responsabilidad de retratarlos; No sólo era un rostro, les daba presencia, dignidad y amor a través del color. Antes de comenzar cada trabajo, encendía una vela y oraba -estoy muy comprometida con la virgen- y pedía hacerlo con respeto y fe.
¿Qué te inspira a pintar? ¿Cómo sabes que estás pensando en tu próximo trabajo?
Me gusta mucho el arte y lo tomo con la misma seriedad y dedicación que otros lo hacen. Pinto casi todos los días, porque estoy convencido de que el arte no depende de momentos de inspiración, sino de perseverancia. Es en la rutina del trabajo diario donde se perfecciona el alma, donde uno realmente se desarrolla y descubre.
¿Cuál y quién fue tu gran influencia en el arte?
Admiro profundamente a Edgar Degas, no sólo por su control técnico y su fascinación por los bailarines – figura que también habita mi obra – sino porque estudió derecho antes de dedicarse por completo al arte.
Desde Colombia, me inspiro en Alejandro Obregón, cuyo rojo es casi una declaración de identidad nacional. También admiro a Fernando Botero, por su capacidad de crear un universo latinoamericano reconocible y profundo, y porque llevó el nombre de Colombia a los más altos escenarios del arte mundial.
¿Pensaste en ir más allá de la pintura, por ejemplo la instalación o la escultura?
No, la verdad es que no. Me encanta el pincel, la tela y el aceite. Es una extensión de mis emociones. La historia del arte ha demostrado que, aunque las formas se desarrollan, la pintura sigue siendo el lenguaje más directo del espíritu humano. Desde las cuevas de Altamira hasta los grandes maestros del Renacimiento, la pintura fue una forma de entendernos a nosotros mismos, de dar evidencia de quiénes somos.
María Esther Panesso Mercado. Foto:Cortesía de marketing ziru
¿Qué vendrá para tu trabajo en los próximos meses?
Lo que viene ahora es seguir soñando y trabajando. Actualmente tengo una exposición permanente en el Hotel W de Bogotá, abierta hasta el 15 de noviembre, para quienes quieran visitar mi obra. Hasta el 17 de octubre estaré también en el Congreso de la República, escenario que me llena de orgullo por conectar mi arte con nuestras instituciones. El 22 de octubre realicé una exposición muy especial en un lugar llamado Kambora, y finalmente cierro el año con un sueño donde: El 28 de octubre, mi obra llega al Salón de Otoño de París, un espacio histórico que caracterizó la historia del arte mundial.
Sofía Gómez G. – Cultura Editores El Tiempo