El referéndum celebrado el domingo en Ecuador supuso un duro golpe para el gobierno del presidente Daniel Noboa después de que la mayoría de los ecuatorianos votaran «no» a las cuestiones más delicadas del día. Estas incluían la posibilidad de permitir la instalación de bases militares extranjeras en el país y convocar una asamblea constitucional para reemplazar la constitución actual.
Los resultados preliminares de la Comisión Electoral Nacional confirmaron la tendencia. La propuesta de habilitar bases militares extranjeras, una de las iniciativas clave de la comisión para promover la cooperación internacional en materia de seguridad, fue rechazada por casi dos tercios de los votantes. Asimismo, la cuestión relativa a la Asamblea Constituyente también fue derrotada, con más del 60 por ciento de votos en contra.
Estas decisiones no son sólo un freno institucional a las reformas introducidas por el presidente, sino también un importante golpe político a Noboa, quien había defendido públicamente estas medidas como herramientas necesarias para modernizar el Estado y hacer frente al avance del crimen organizado.
Tras conocer los resultados, el presidente reaccionó de inmediato en sus redes sociales. En un mensaje dirigido al país, aseguró: «El pueblo ha hablado y respeto profundamente su decisión. Seguiré trabajando incansablemente por el Ecuador». Aunque el presidente ha adoptado un tono conciliador, las implicaciones políticas son claras. La derrota lo debilita en su determinación de promover el cambio estructural y lo obliga a repensar sus políticas de gobierno en un momento marcado por tensiones internas y desafíos de seguridad.
La negativa a establecer bases militares extranjeras refuerza la defensa de la soberanía de la nación, pero un «no» en la Asamblea Constituyente mantiene inalterada la Constitución de 2008, considerada por diversos grupos sociales y ecologistas como un documento fundamental para proteger los derechos civiles, la naturaleza y los pueblos indígenas.
Para los analistas, el resultado marca un punto de inflexión en la misión política del presidente. Aunque Noboa ha confirmado que seguirá trabajando por el país, el mensaje de las encuestas deja claro que una parte importante de la ciudadanía no apoya las políticas propuestas por su administración. La advertencia es contundente y obliga al gobierno a revisar su plan vial.
Ante este nuevo escenario, la Comisión debe reorganizar sus prioridades, reconstruir alianzas y fortalecer el diálogo con los diferentes sectores sociales y políticos. Ecuador está entrando así en una fase de reflexión y adaptación, donde la gobernabilidad dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para interpretar los mensajes enviados por el electorado y responder con acciones que generen confianza y estabilidad.
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