
Más de 300.000 personas saldrán de la pobreza energética en 2024, una reducción que ha llevado a que el 15,4 por ciento de la población, uno de cada seis colombianos, siga enfrentando privaciones que limitan el acceso y el uso de servicios básicos relacionados con la energía.
Así lo revela la tercera edición del Índice Multidimensional de Pobreza Energética (Impre), presentado por Promigás y la Fundación Promigás, herramienta desarrollada en colaboración con Inclusion SAS. medir la acumulación de limitaciones que impiden realizar actividades básicas dependientes de energía.
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La pobreza energética se define como la incapacidad de un hogar para acceder a un nivel básico de servicios energéticos debido a ingresos insuficientes, viviendas ineficientes o altos precios de la energía.
El informe muestra que en 2023 la pobreza energética en Colombia era del 16,1 por ciento, equivalente a 8.400.000 personas. Sin embargo, el año pasado esa participación disminuyó a 15,4 por ciento, lo que significó que más de 300.000 colombianos superaron esta situación.
Pese a estos avances, el informe señala que cerca de 8.100.000 colombianos aún se encuentran en situación de pobreza energética, lo que requiere intervenciones aceleradas para cerrar las brechas regionales y rurales.
La pobreza energética en Colombia fue del 16,1%, equivalente a 8,4 millones de personas. foto:TIEMPO
La meta y plazo para que el Estado reduzca al máximo la brecha de pobreza energética se plantea precisamente en el momento en que el gobierno está inmerso en la política de transición energética, que deja de lado combustibles clave para la economía del país, como el petróleo y el gas.
Los sindicatos del sector señalan que no están en contra de la transición, pero -dicen- debe ser ordenada. «La transición energética no pasa por abandonar el petróleo y el gas, sino en su integración inteligente con fuentes de energía renovables», afirma Frank Pearl, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP).
Presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP), Frank Pearl. foto:Cumbre de Petróleo, Gas y Energía.
Explica que sólo el gas «es la fuente energética que sostiene la industria, la producción eléctrica sólida, el comercio y la vida cotidiana de millones de colombianos», por lo que urge que el país recupere la autosuficiencia en ese frente.
Por su parte, Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgás, cree que «es un error permitir que cualquier administración cambie las reglas de juego en el sector, o que se tomen decisiones estratégicas en función de intereses políticos de corto plazo», por lo que propuso la construcción de una política de Estado que priorice la seguridad y la soberanía energética, lo cual es un estatus elevado constitucionalmente o ley estatutaria.
No ser autosuficiente obliga a Colombia a importar esta energía, cuyos mayores costos terminan afectando el bolsillo de millones de hogares y la economía del país.
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Regiones
Las diferencias territoriales son uno de los puntos de diagnóstico más importantes. En Bogotá la pobreza energética es de 1,4 por ciento, un nivel bajo de privación que muestra mejores condiciones para estudiar, trabajar y utilizar energía en el hogar. Departamentos como Quindío (2,9 por ciento), Valle del Cauca (3,5 por ciento) y Risaralda (4,6 por ciento) también presentan bajos niveles de pobreza energética.
En contraste, las cifras más críticas se presentan en Córdoba (45 por ciento), Chocó (52,8 por ciento), La Guajira (63,1 por ciento) y Vaupés (86,5 por ciento), territorios donde la infraestructura insuficiente, el acceso limitado a los servicios energéticos y la debilidad en la calidad del suministro profundizan las limitaciones sociales y económicas.
El acceso limitado a los servicios energéticos profundiza las limitaciones socioeconómicas. foto:Mariana Guerrero – Portafolio
Durante la presentación del informe, Juan Manuel Rojas, presidente de Promigás, señaló que el Impe busca orientar las decisiones de política pública: «Impe es más que una métrica: es una hoja de ruta para transformar vidas y cerrar brechas históricas; es un mapa de navegación para gobernantes, lo que les permite identificar posibles vías para reducir la pobreza energética, equilibrando eficiencia y equidad. “Alcanzar un solo dígito en 2030 es posible mediante la implementación de diversas medidas que reducirían la brecha regional y rural a un ritmo acelerado”, afirmó.
Cuando se realizó la primera medición en 2023, el índice era del 16,9 por ciento. Desde entonces hasta el año pasado se logró una reducción de 1,5 puntos porcentuales.
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El documento advierte que si se mantiene el ritmo actual de reducción (300.000 personas salen de la pobreza energética cada año), este indicador alcanzaría un solo dígito en 2034. Por lo tanto, Impe incluye una hoja de ruta que propone acelerar la consecución del objetivo 2030 mediante la adopción de cuatro acciones clave.
La primera tarea es restablecer y ampliar la calidad del servicio eléctrico en las zonas donde se ha deteriorado, con el fin de garantizar suficiente continuidad y disponibilidad para las necesidades diarias.
En las casas de campo suele aparecer una estufa de leña. foto:Yecid Medina Alfonso. TIEMPO
Otro propone avanzar en el Plan Nacional de Sustitución de Leña, una estrategia clave para reducir los riesgos asociados a los combustibles tradicionales que afectan la salud y limitan el uso eficiente de la energía.
Como tercer eje, el informe sugiere ampliar la oferta de dispositivos básicos y de aprendizaje y comunicación, para que los hogares puedan utilizar la energía disponible para actividades educativas, productivas y domésticas.
finalmente, Esta hoja de ruta recomienda garantizar el acceso a la electricidad en todas las escuelas del país, componente que reduciría las brechas educativas. y ampliar las oportunidades de aprendizaje a través de herramientas tecnológicas.
Influencia
La implementación integral de estas cuatro medidas permitiría reducir en casi un 40 por ciento el número de personas en pobreza energética, lo que equivale a unos 2.900.000 habitantes.
De lograrse esta meta, el informe advierte que incluso alcanzando la meta de un dígito en 2030, cerca de 5.100.000 personas todavía estarían en condiciones de escasez energética en Colombia, lo que implica mantener los esfuerzos hasta que esa cifra se reduzca a cero.
«Si logramos la meta de reducir la pobreza energética a un solo dígito para el año 2030, para entonces habrá alrededor de 5.100.000 personas viviendo en esta situación en Colombia. Entonces De ahora en adelante urge implementar políticas claras y de largo plazo, porque el desarrollo no permite atajos”, afirmó Rojas.
Progreso y estancamiento
El índice mide cuatro dimensiones: acceso y calidad de la energía, que concentra el mayor peso (40 por ciento), que es la base habilitante para otros logros, como vivir en un hogar funcional (25 por ciento), aprendizaje y comunicación (25 por ciento) y vivir en territorios equipados para el bienestar (10 por ciento).
Según el informe, El año pasado, la mayor contribución la hicieron las dimensiones de acceso a la energía y calidad (34,9 por ciento), seguidas por el aprendizaje y la comunicación (32,5 por ciento). vivienda funcional (27,6 por ciento) y, en menor medida, territorio acondicionado para el bienestar (4,9 por ciento).
Las últimas investigaciones muestran que las dimensiones de vivienda funcional y de aprendizaje y comunicación son las que más avanzan, mientras que los retos estructurales de acceso y calidad de la energía ganan peso entre los motivos que explican la pobreza energética. La contribución de estos últimos aumentó del 32,3 por ciento en 2022 al 34,9 por ciento en 2024, lo que confirma que la reducción de la pobreza energética sigue siendo, sobre todo, un desafío de la primera generación.