La reciente reacción de los Estados Unidos frente al interés de Colombia por unirse a las rutas de seda chinas ha sido notable. Este interés surge en el contexto de un plan de cooperación entre Colombia y el gigante asiático que se discutió el miércoles esta semana durante una reunión entre Gustavo Petro y Xi en Beijing. No pasó mucho tiempo antes de que se conociera la decisión de Estados Unidos, el principal socio comercial de Colombia, respecto a los bancos multilaterales VET, que tienen la capacidad de financiar proyectos relacionados con China en el país sudamericano.
Es importante destacar que Estados Unidos posee el 30 por ciento de las acciones del Banco Americano de Desarrollo (BID), y en el Banco Mundial, se erige como el mayor accionista, ostentando un poder de veto sobre ciertos cambios que se proponen en la estructura bancaria. Su contribución es cercana al 18 por ciento del financiamiento general, lo cual, según los analistas, les permite influenciar de manera considerable, al punto de poder ‘congelar iniciativas, imponer límites de pago o introducir condiciones adicionales’ para aquellos países que buscan su financiamiento. Este poder puede ser determinante en la relación de Colombia con sus socios financieros.
El Departamento de Estado de EE. UU. ha manifestado claramente su postura, afirmando: ‘Las organizaciones internacionales no deben usarse de ninguna manera en el desempeño del norte para subsidiar a las empresas chinas en nuestro hemisferio.’ Esta declaración resuena con fuerza en la comunidad analítica, que teme que las decisiones de EE. UU. puedan afectar la capacidad de Colombia para obtener recursos del mercado de capitales, una preocupación que no pasa desapercibida en el ámbito financiero.
La presidenta de Amcham Colombia, María Claudia Lacouture, ha mencionado que esta declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores de EE. UU. establece un precedente worrying. ‘No habría veto formal, sino un bloque operativo, similar a lo que ocurrió con otros países como Venezuela, Nicaragua y Honduras, donde se imposibilitaron los proyectos mediante restricciones o demoras sin necesidad de explicaciones públicas claras.’ Este escenario plantea serias interrogantes sobre el futuro de la cooperación entre Colombia y Estados Unidos en el contexto actual.
María Claudia Lacouture, presidente Amcham Colombia. Foto:Amcham Colombia
Además, se menciona que en el caso del Banco de Desarrollo Interamericano (BID), no existen proyectos nuevos en su agenda, lo que podría obstaculizar el avance de aquellos que ya están en marcha. Como advierte Lacouture, aunque se requiere un quórum formal del 75 por ciento para votar en la financiación a otros países, el hecho de que la oposición de los EE. UU. cuente con un 30 por ciento del poder de los votos puede ser suficiente para congelar iniciativas, limitar pagos o añadir condiciones extra debido a su influencia.
De acuerdo con Lacouture, esta nueva dinámica que enfrenta el país transmite tres mensajes claros. Primero, el asunto pone de relieve cómo una percepción de distanciamiento con su principal socio comercial y político puede tener consecuencias palpables. Segundo, la financiación de proyectos podría verse afectada a largo plazo, en especial aquellos orientados a la caja registradora nacional, con un mayor enfoque en consideraciones políticas. Finalmente, los plazos para los proyectos podrían no ser completamente detenidos, pero sí podrían sufrir una ralentización, que incluya procesos rigurosos de monitoreo y la revisión de condiciones. A pesar de que el BID debería respetar los contratos pertinentes, los procedimientos pueden enfrentarse a retrasos que impacten la ejecución efectiva y el flujo de trabajo.
Mal precedente
Aunque el anuncio sobre un veto por parte de Estados Unidos ha influido en las iniciativas y proyectos que los inversores chinos esperan desarrollar en Colombia, las autoridades deben reconocer que esta decisión afecta directamente las relaciones comerciales y diplomáticas de la nación. La opinión de José Ignacio López, presidente del Centro de Estudios Económicos del ANIF, resuena con preocupación: ‘Este anuncio, dado el contexto actual de Colombia, es alarmante.’
López subraya que este tipo de decisiones no emanan optimismo, especialmente si Estados Unidos continúan en esta línea. «Integrarse a una ruta de seda puede resaltar más las relaciones con un país como Colombia, en un momento en que las tensiones con EE. UU. aumentan», argumenta, resaltando la importancia de esta relación en el contexto del comercio internacional.