El testimonio de macabro revela detalles escalofriantes del crimen que ocurrió durante el ritual con la ayahuasca.
En un caso inquietante que marcó a la comunidad de Yurimaguas, Perú, un oscuro incidente ha dejado a propios y extraños en estado de shock. El ucraniano Iván Kuzmín, de 36 años, ha sido sentenciado a nueve meses de detención preventiva como consecuencia del horrendo homicidio de la rusa Liudmila Lazarenko, de 44 años. Este devastador crimen ha dejado una profunda huella en todos aquellos que conocían a la víctima y ha suscitado un análisis intensivo sobre las actividades que tienen lugar en estos centros de curación.
La tragedia se desató después de que ambos participaran en una ceremonia de Ayahuasca en un centro de curación que, irónicamente, debería haber sido un espacio de sanación. En un video que se ha vuelto viral, Kuzmín confesó su delito, argumentando que estaba bajo la influencia de la bebida alucinógena durante el evento. Afirmó también que su acción fue un intento de «liberar el alma» de Lazarenko, que, según él, estaba siendo afectada por una «mala energía» que percibió durante el ritual.
El testimonio de Kuzmín, mas escalofriante que el propio crimen, expone detalles perturbadores acerca de su estado mental en ese momento. Después de haber consumido, además de la ayahuasca, un hongo alucinógeno, manifestó que sintió la imperiosa orden de un espíritu maligno que lo incitaba a asesinar a su compañera y dispersar su cuerpo. La brutalidad de su relato sugiere un profundo conflicto interno y una desconexión con la realidad.
Liudmila Lazarenko había estado buscando tratamientos naturales en el centro «dos mundos», donde se conocieron y comenzaron a interactuar durante un periodo de varios meses. Testigos oculares informaron que antes del crimen, se había desatado una acalorada discusión entre Kuzmín y Lazarenko, lo que llevó a una atmósfera de tensión. Después de que se cometiera el acto violento, Kuzmín intentó deshacerse del cuerpo de la víctima, lo que llevó a los vecinos a intervenir y alertar a la policía, resultando en su arresto.
En la escena del crimen, las autoridades encontraron no solo el cuerpo de Lazarenko, que presentaba heridas fatales en la cabeza, sino también narcóticos que añadieron una capa adicional de complejidad al caso. Kuzmín, al ser interrogado por la policía, admitió su culpabilidad y reconoció la severidad de sus acciones, incluso expresando que sentía que valía la pena la muerte. Este atroz acto ha dejado a Lazarenko con dos hijas y un esposo en Tailandia, quienes ahora enfrentan la dura realidad de perder a una madre y compañera. La comunidad, por su parte, continúa lidiando con las implicaciones éticas y morales de lo ocurrido, reflexionando sobre los peligros que pueden surgir de prácticas místicas y rituales no regulados.