Teherán, la capital de Irán, amaneció bajo estrictas medidas de seguridad y un entorno de duelo colectivo. Desde la primera hora, las multitudes vestidas con banderas nacionales negras y transportadas marcharon a través de las vías principales, acompañando las arcas de unas 60 víctimas, incluida la cabeza de las fuerzas armadas, Mohammad Bagheri y destacados científicos nucleares. Los ataúdes, cubiertos con la bandera iraní y los retratos del fallecido, recorrieron la calle Azadi en medio de canciones y consignas contra Israel y Estados Unidos.
La ceremonia tenía una dimensión profundamente simbólica y política. La ausencia del líder supremo, Ayatolá Ali Jamenei, fue notable, aunque envió mensajes reafirmando la continuidad del programa nuclear civil iraní y desestimando los logros de los bombardeos estadounidenses. Entre los asistentes se encontraban altos funcionarios como el presidente y asesores de Jamenei, además de familiares de las víctimas, subrayando el peso institucional del evento.
El conflicto, que estalló el 13 de junio después de los ataques israelíes A las instalaciones militares y nucleares en Irán, dejó al menos 627 muertos y casi 5,000 heridos en el territorio iraní, según cifras oficiales. Entre los fallecidos también se encuentran mujeres y niños, lo que ha aumentado la indignación popular y el llamado a la unidad nacional. La respuesta iraní incluyó ataques de represalia que causaron 28 muertos en Israel, en una escalada que solo se detuvo después de la mediación internacional.
Durante el funeral, la televisión estatal mostró imágenes de misiles balísticos y destacó la figura de los comandantes caídos, como Hossein Salami y Amir Ali Hajizadeh, ambos responsables de la estrategia militar y el programa de misiles del revolucionario misil de la Guardia. La multitud cantaba consignas como «Muerte a América» y «Muerte a Israel», lo que refleja la tensión persistente y la percepción de la amenaza externa.
Los honores funerarios no fueron solo un acto de duelo, sino también una demostración de resistencia y cohesión interna. Las autoridades iraníes aprovecharon la oportunidad para insistir en que el país no renunciará a su derecho al desarrollo nuclear con fines civiles, mientras advierte sobre represalias futuras si continúan las agresiones. El funeral masivo, transmitido en vivo y seguido de millones, deja en claro que la herida es profunda, pero también lo es la determinación de Irán de mantener su curso en el tablero convulsivo del Medio Oriente.