
La necesidad o el precio del producto ya no era una prioridad para los consumidores colombianos. Hoy, elijamos con propósito, busquemos un equilibrio entre bienestar, sostenibilidad y economía, y exijamos que las marcas reflejen valores auténticos. Así lo revelan dos estudios recientes realizados por EY y NielsenIQ, que trazan un mapa claro de la evolución de la relación entre los colombianos y sus decisiones de consumo.
Según el EY Future Consumer Index 2025, el 56 por ciento de los colombianos está preocupado por el costo de vida, lo que ha provocado un cambio profundo: los consumidores ya no buscan productos baratos, sino aquellos que aporten valor integral, donde se combinen salud, eficiencia y sostenibilidad con el precio adecuado. La ecuación es clara: quieren gastar mejor, no necesariamente menos.
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Factores como el cambio climático, la reducción de residuos y la responsabilidad medioambiental influyen cada vez más en las decisiones de compra. El 49 por ciento de los colombianos compra productos de segunda mano, el 89 por ciento evita el desperdicio de alimentos y el 79 por ciento recicla con frecuencia, advierte el estudio de EY.
“El consumidor colombiano de hoy está redefiniendo sus prioridades; ya no se trata solo de precio o conveniencia, sino de encontrar valor agregado en las marcas”, explica Jorge Piñeiro, líder de consumo de EY Colombia.
Lealtad con conciencia
A pesar de esta creciente conciencia, el bolsillo sigue marcando el ritmo. Las variaciones de precios siguen siendo decisivas: los consumidores comparan, buscan promociones y priorizan el valor sobre la marca. De hecho, la inflación y los cambios económicos han abierto la puerta al auge de las marcas propias.
El informe de EY revela que el 54 por ciento de los colombianos está dispuesto a sustituir las marcas tradicionales por marcas privadas en productos frescos, mientras que el 53 por ciento lo haría en productos de limpieza y el 51 por ciento en ropa o calzado. Este fenómeno demuestra que la confianza ya no está reservada a los grandes nombres, sino a aquellos que consiguen ofrecer calidad y constancia a buen precio.
Sin embargo, existen límites: cuando se trata de alimentos procesados, el 34 por ciento se mantiene fiel a sus marcas habituales, impulsado por la familiaridad y el sabor. La lealtad permanece, pero es más condicional y racional que nunca.
Cuando se trata de alimentos procesados, el 34% de los compradores se mantienen fieles a sus marcas habituales. foto:NielsenIQ
Otro hallazgo clave del estudio es que Los programas de fidelización se consolidan como una herramienta decisiva para conquistar al consumidor moderno. Según EY, el 83 por ciento de los encuestados mejora su percepción de una marca cuando ofrece un programa de fidelización, y el 82 por ciento dice que estas estrategias afectan directamente su nivel de gasto.
Desafíos
Pero el desafío es pasar de un simple incentivo a una conexión emocional. Los puntos o descuentos ya no son suficientes: El consumidor espera sentir que la marca lo comprende, lo reconoce y se dirige directamente a él. La personalización, apoyada en la inteligencia artificial, está empezando a jugar un papel central, aunque todavía enfrenta desafíos de confianza: sólo el 27 por ciento de los colombianos afirma entender completamente cómo funciona esta tecnología.
Sin embargo, existe disposición a compartir datos personales cuando hay beneficios tangibles: el 42 por ciento lo haría para recibir promociones personalizadas y el 37 por ciento para recibir recomendaciones de productos más saludables. La transparencia y la reciprocidad, no la tecnología en sí, son lo que definen la confianza.
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El estudio de NielsenIQ, por su parte, complementa esta radiografía con un ángulo revelador: más del 50 por ciento de los compradores colombianos eligen marcas que crean una conexión emocional. La emoción es tan difícil como el precio o la calidad. “No se trata sólo de cuánto cuesta, sino de cómo se siente una persona cuando compra”, dice Alejandro González, Gerente de Análisis e Información Estratégica de NIQ Colombia.
Sólo el 20% de los productos expuestos en el lineal son reconocidos o recordados por el cliente. foto:Carlos Arturo García M.
Esta conexión emocional se traduce en ventas: el 42 por ciento de los consumidores considera la relevancia de la marca al comparar productos, lo que puede multiplicar por cuatro la probabilidad de compra en comparación con marcas menos conocidas. Sin embargo, el desafío es enorme: En realidad, el cliente medio reconoce o recuerda sólo el 20 por ciento de los productos expuestos en los estantes.
Innovar o morir
El estudio también destaca que el 80 por ciento de las ventas dependen de si el producto está visible y disponible en el punto de venta. Pero no basta con estar allí: la ubicación estratégica y la diferenciación de canales pueden aumentar las ventas hasta en un 40 por ciento. En un mercado cada vez más omnicanal, las experiencias físicas y digitales deben complementarse, no competir entre sí.
González señala que tener una estrategia clara y bien ejecutada, teniendo en cuenta todos los factores que influyen en la decisión de compra, puede traeren los 20 minutos promedio que pasa el cliente en su camino, y los 38 segundos que pasa frente a la góndola, se elige un determinado producto.
La innovación también reconfigura el mercado. Más del 50 por ciento de los colombianos priorizan la innovación sobre el precio en categorías como moda o cuidado personal, mientras que en alimentos la balanza aún se inclina hacia el ahorro. Las marcas que apuestan por diseños funcionales, sostenibles o multifuncionales son percibidas como más valiosas y tienen mayor capacidad de fidelizar.
“Las marcas que invierten en innovación en diseño están mejor posicionadas para atraer a consumidores exigentes, incluso a precios más altos”, advierte Catalina Sandoval, líder de co-marketing de EY Colombia.
La conclusión es clara: los colombianos quieren productos que les hablen, les sirvan y los representen. Quieren saber que su compra tiene sentido.