Cada 16 de agosto, el mundo se lanza para celebrar el Día Internacional de la Montaña Rusa, un Ephemeris que rinde homenaje a una de las atracciones más emblemáticas de los parques de diversiones. La fecha no fue elegida al azar: conmemora la patente de «Loop the Loop», la primera montaña de rodillos con bucles, registrada por Edwin Prescott en 1898 en Coney Island, Estados Unidos.
Esta creación revolucionó el entretenimiento. Gracias a su diseño elíptico, logró reducir las fuerzas gravitacionales y mantener los autos en su lugar durante las curvas. Desde entonces, la evolución ha sido vertiginosa.
Del trineo ruso al vértigo moderno
Aunque la historia moderna comenzó en Nueva York, el origen del nombre «Russian Mountain» se remonta al siglo XVII en San Petersburgo. Allí, durante el invierno, se construyeron portaobjetos de madera mediante los trineo sobre el tobogán de nieve. Esa experiencia dio nombre a lo que sabemos hoy como una montaña rusa.
Más tarde, Marcus Adna Thompson patentó la primera versión estadounidense en 1885, y en 1927 Cyclone fue inaugurado, uno de los más emblemáticos del mundo, también en Coney Island.
Registra esa lógica de desafío
Hoy, la montaña rusa más rápida del planeta es Fórmula Rossa, ubicada en Abu Dhabi. Llega a 240 km/h, aunque el vuelo de Falcon, aún en desarrollo, promete superar ese registro con una velocidad de 250 km/h.
También hay hitos como Batman The Ride, la primera montaña rusa invertida, inaugurada en 1992 en Illinois. Cada innovación lleva los límites de lo posible, mezclando ingeniería, diseño y emoción.
Más que divertido: una experiencia colectiva
La Organización American Coaster Enthusias promueve esta celebración para resaltar el trabajo detrás de cada atracción: desde la idea inicial hasta la construcción final. Para muchos, subir a una montaña rusa es más que un juego: es una experiencia que se une a gritos, risas y adrenalina.