Cada 13 de octubre, el mundo se detiene a recordar que los desastres no son inevitables. Este día, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, busca promover una cultura global de prevención, preparación y resiliencia ante los fenómenos naturales. En 2025, el lema elegido – “Financiar la resiliencia, no los desastres” – se centra en la urgente necesidad de invertir en soluciones que protejan vidas y reduzcan las pérdidas.
2024: un año récord para los viajes
Durante el año pasado, casi 46 millones de personas fueron desplazadas de sus hogares por desastres. Esta cifra, la más alta registrada hasta ahora, muestra que el impacto de estos eventos no depende sólo de la naturaleza, sino también de cómo construimos, planificamos y respondemos. Las crisis pueden evitarse o al menos minimizarse si se toman las medidas adecuadas.
La resiliencia como inversión inteligente
Invertir en resiliencia no sólo salva vidas, sino que también reduce costos. Por cada dólar gastado en prevención, se ahorran cuatro dólares en pérdidas futuras. Las alertas tempranas, las redes de seguridad y las reubicaciones planificadas permiten a las comunidades recuperarse más rápido y con menos daños. Además, la movilidad segura y digna fortalece la capacidad de adaptación, alivia la presión sobre las zonas vulnerables y permite evitar los peligros antes de que ocurran.
Un cambio de enfoque necesario
Desde 2009, esta fecha dejó de llamarse “Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales” para adoptar el nombre actual. El cambio responde a una idea clave: los desastres no son naturales. Son el resultado de decisiones humanas, omisiones en la planificación y la falta de políticas que protejan a las personas y el medio ambiente.
Preparar es proteger
Seguirán produciéndose terremotos, huracanes, incendios forestales, inundaciones o sequías. Pero su impacto dependerá de cuánto nos preparemos. Las ciudades, los pueblos y las personas deben estar preparados para afrontar estos desafíos. La educación, la cooperación y la planificación son herramientas poderosas para reducir el riesgo y preservar la vida.
Este 13 de octubre el llamado es claro: no esperemos a que llegue el desastre. Invertir en resiliencia es invertir en el futuro.