Lo que comenzó como una característica curiosa de la campaña electoral terminó convirtiéndose en una de las políticas más comentadas y, curiosamente, más amigables de la política reciente.
El vídeo del candidato presidencial Juan Carlos Pinzón comiendo un tomate crudo en plena plaza de un mercado de Armenia circula desde hace unos días por las redes sociales provocando todo tipo de reacciones, pero también gestos de apoyo e incluso una canción vallenata.
Filmado durante el recorrido de Pinzón por una galería popular, el video lo muestra tomando un tomate directamente del guacal y mordiéndolo casualmente mientras conversa con los vendedores.
Según personas de su equipo, es común grabarlo en sus viajes y disfruta probar los productos que ofrecen, lo que subraya su cercanía con el campo y los productores locales, además porque sus propuestas de gobierno apuntan a Colombia como potencia agroindustrial, mensaje que con el tiempo fue reinterpretado por miles de usuarios.
Si bien el momento generó burlas iniciales y memes virales, la conversación dio un giro inesperado: decenas de usuarios comenzaron a defender el gesto como una muestra de sencillez y autenticidad.
¿Por qué te parece raro que @PinzonBueno esté comiendo un tomate en una plaza del mercado?
¿Olvida usted que usted, como ministro y viceministro de Defensa, viajó por todo el país y siguió a sus soldados hasta donde ni el viento podía llegar, donde tenían que comer lo que tuvieran? El usuario escribió en X.
Otros destacaron que la imagen reflejaba una «sincera conexión con el país» y recordaron que la familia materna del ex ministro era de una zona rural.
El fenómeno fue aún más lejos cuando un grupo de músicos del Cesar lanzaron un vallenato inspirado en la escena, titulado «Tomates sinfiltro», una canción que combina humor y apoyo al candidato. En las redes sociales, la canción ha acumulado miles de visualizaciones y ha sido compartida bajo los hashtags #TeamTomate y #JuanCarlosPinzónPresente.
Rumores aparte, la llamada «polémica del tomate» muestra cómo los nuevos formatos virales humanizan las campañas políticas. Lo que de otro modo habría sido un simple obstáculo en la comunicación se convirtió en una oportunidad para conectar con el público a través de la espontaneidad.
«Si un tomate puede generar una conversación sobre el valor del trabajo agrícola, bienvenido», escribió el seguidor Juan Carlos Pinzón en Facebook.
Y, quizás sin proponérselo, Pinzón logró lo que pocos logran en una época de saturación mediática: convertir un gesto cotidiano en un símbolo de cercanía.
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