
La Ley de Fronteras, que en su momento pretendía ser un medio para aliviar las condiciones económicas en los territorios fronterizos y detener el contrabando de combustible, hoy muestra signos de desgaste. Así lo señalaron los panelistas del foro sobre zonas fronterizas, realizado en el marco del Congreso Nacional Fendipetroleo – Comce, en el que participan Julián Flórez, director de Hidrocarburos del Ministerio de Minería y Energía, y varios representantes gremiales, como María Eugenia Martínez, Diego Fernández y Mario Beleña.
El espacio, moderado por Raúl Fragozo Daza, presidente del directorio de Fendipetrole, dejó en claro que Las gasolineras de Norte de Santander, La Guajira, Nariño y otras zonas fronterizas se encuentran en una situación crítica, marcada por la competencia desleal por el contrabando, distorsiones de precios y distribución desigual de las cuotas de combustible.
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«La ley tenía una buena intención: evitar que por otro lado los combustibles baratos acaben con negocios legales en Colombia. Pero hoy vemos riesgos y problemas que aún existen», reconoció Julián Flórez del Ministerio de Minería. «Hay dificultades en la asignación de cuotas, diferencias de precios con un país vecino y factores técnicos, como la mezcla del 10 por ciento de biocombustibles en Colombia, que distorsionan aún más el mercado».
Flórez llamó al sindicato a realizar un análisis «objetivo y basado en datos» con el Gobierno para determinar los impactos reales de la Ley 191 de 1995 y sus posteriores modificaciones. Como explicó, Las ventajas deben mantenerse, pero con ajustes que garanticen la sostenibilidad fiscal y el equilibrio en el reparto de cuotas.
«Entendemos el estrés que genera a los propietarios la falta de cantidades suficientes. Cuando el cupo vence el día 15 o 20 del mes, no pueden comprar combustible nacional porque es más caro, y eso abre espacio para el contrabando», afirmó.
Puedes conseguir gasolina a muy buen precio en Florida. foto:iStock
El modelo que salió mal
En el ámbito empresarial, las voces fueron aún más críticas. Mario Beleño, representante de la distribuidora en el norte de Santander, asegura que la ley «se ha ido desdibujando con los años».
«En su momento fue una herramienta vital para las zonas fronterizas. Pero hoy está afectada por el cierre de estaciones, el contrabando de gasolina venezolana y una estructura de precios que ya no tiene sentido», afirmó.
Beleño explicó que la estructura tarifaria actual todavía cobra costes como la ‘reconversión de obra pimpineros’ y el transporte multiducto, a pesar de que muchas zonas no están conectadas a esta red.
“La ley 191 dice que Ecopetrol debe hacerse cargo de la tasa de compensación a los municipios sin gasoductos, y eso no se ha cumplido. Además, cuando se acaba el cupo y llega el combustible nacional, es más caro que en el resto del país”, dijo.
El dirigente sindical también alertó sobre la propagación de combustibles ilegales: «Introdujimos gasolina de contrabando a 13.000 pesos el galón, mientras el precio oficial supera los 15.000. En varios municipios se vende abiertamente. La ley era buena, pero se ha degradado».
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Freno de saturación
Otro punto de consenso fue la necesidad de revisar la metodología de asignación de cuotas, que, según los empresarios, no refleja las diferencias entre departamentos ni la realidad de los negocios.
Diego Fernández, representante de gasolineras del sur del país, dijo que el gobierno debe trabajar «de la mano con las regiones».
“Una estación con 5.000 galones asignados no puede sobrevivir y mucho menos si tiene que cumplir con las mismas regulaciones que las de Bogotá o Medellín. Las metodologías deben reconocer las particularidades de cada frontera”, subrayó.
El precio de la gasolina. foto:iStock
El dirigente propuso que la distribución de cuotas se base no solo en las capacidades de almacenamiento, sino también en la dinámica económica de cada municipio.
«Una zona turística requiere más combustible que una zona agrícola. Si no se tienen en cuenta estas variables el sistema seguirá siendo injusto», advirtió.
Al cierre del debate, Mario Beleño presentó una advertencia adicional: el crecimiento excesivo de las gasolineras, que afecta la viabilidad del negocio.
«El problema de las cuotas es que no aumentan, sino que se redistribuyen. Mientras más estaciones hay, a cada una le llega menos combustible. En el norte de Santander pasamos de 42 estaciones en 1999 a más de 170. Esto es una saturación evidente», afirmó.
Pidió al Ministerio de Minería declarar la saturación del mercado, lo cual es una facultad ya prevista por la ley, pero no utilizada.
«Los alcaldes no conocen este tema y siguen aprobando nuevas estaciones. El Ministerio tiene una herramienta legal para ello», enfatizó.
A su vez, María Eugenia Martínez, dirigente sindical y una de las voces más experimentadas del sector, apoyó esta petición y pidió al Ministerio un papel más activo.
«No se trata sólo de respetar la autonomía local, sino de garantizar la sostenibilidad del mercado. Si los municipios siguen concediendo permisos sin criterios técnicos, condenaremos a la quiebra a las estaciones existentes», advirtió.
Martínez recordó que la Ley 2135 de 2021 y el artículo 245 del Plan Nacional de Desarrollo autorizan al Ministerio de Minería a intervenir en estos casos.
«El gobierno tiene una ventaja. Ya no podemos esperar a que los alcaldes, que no conocen la dinámica del sector, declaren sobre la saturación. Se necesita una decisión del nivel central», afirmó.
Panel de estaciones fronterizas foto:comercio
Respuesta del gobierno
El director de Hidrocarburos, Julián Flórez, reconoció que la situación requería medidas estructurales.
«Hay municipios, como San Andrés de Tumaco, con más gasolineras por habitante que Bogotá o Medellín. Esta es una distorsión que debemos corregir», afirmó.
Explicó que el artículo 245 del Plan Nacional de Desarrollo autoriza al Ministerio a negar el registro a nuevas estaciones, incluso si cuentan con aprobación local, y anunció que se prepara una resolución para establecer reglas claras sobre distancia mínima y densidad de población.
«No queremos actuar de forma autoritaria, pero queremos establecer criterios que impidan que el mercado se inunde aún más», afirmó.
Flórez también recordó que la distribución de cuotas es responsabilidad del alcalde y llamó a las autoridades locales a utilizar este instrumento para fortalecer sus cadenas productivas.
«Las cuotas no son propiedad de las estaciones, sino herramientas de apoyo a la economía local. Si el municipio es turístico, agrícola o minero, las cuotas deben estar orientadas a ese desarrollo», subrayó.
El foro cerró con un llamado conjunto al diálogo entre el Gobierno y el sector privado con el fin de adecuar la Ley de Fronteras sin perder su propósito original: aliviar las condiciones de los territorios más vulnerables.
«Esta política debe recuperar su espíritu», concluyó Raúl Fragozo Daza. «La frontera necesita equilibrio, legalidad y oportunidades, no más parches o soluciones temporales».