En un impactante hecho ocurrido en la ciudad de Cali (Valle del Cauca), la violencia vinculada a un mundo de conflictos por la propiedad de la tierra y disputas legales cobró dos víctimas en menos de 24 horas, lo que desató una alerta de las autoridades judiciales y de seguridad sobre la posible existencia de una cadena criminal.

El primer hecho ocurrió la tarde del jueves 13 de noviembre de 2025, cuando Cruz Magnolia Sánchez, de 54 años y quien se desempeñaba como Juez de Paz en el Municipio 2 de Cali durante cerca de una década, fue interceptado cuando viajaba en un taxi sobre la Avenida Sexta Norte y calle 44, en el sector Chipichape (norte de la ciudad). Hombres armados a bordo de una motocicleta dispararon contra el vehículo y Sánchez murió en el lugar.
Según las primeras versiones, unas horas antes, la víctima participó de una mesa técnica convocada por la prefectura de Cali, donde se discutieron los problemas de servicios públicos y suelo en Altos de Menga. Reconocido como líder social, además de su rol como juez de paz, Sánchez había denunciado anteriormente amenazas y advertencias por su accionar en defensa de los vendedores ambulantes y la propiedad del espacio público.

Menos de 24 horas después, el viernes 14 de noviembre de 2025 al mediodía, ocurrió otro asesinato en el Café-Heladería Ventolini, ubicado en la Avenida Sexta Norte y calle 28, residencial Santa Mónica, también en la zona norte de la ciudad. La víctima fue identificada como Fredy Albeiro Zapata Rivas, abogado quien portaba un arma de fuego al momento del ataque.

Lo que hace especialmente grave este segundo delito es que Zapata Rivas aparece en una denuncia por secuestro simple presentada el 9 de septiembre por el ex juez Sánchez. En esa denuncia indicó que el abogado y otros asociados la habían presionado para que se retirara del litigio por varios lotes ubicados en la zona de la calle 66 al norte de Cali. En ese contexto, el pasado 5 de septiembre se produjo una reunión en el centro comercial Chipichape, donde Zapata, según la versión de Sánchez, le dijo que «si seguía con el proceso» se arrepentiría y le ordenó subir a una camioneta blanca.

Las autoridades analizan las evidencias de ambos asesinatos bajo la hipótesis de que los hechos están conectados: el mismo sector geográfico, métodos similares (ataque armado directo) y una relación jurídica entre las víctimas. Un informe de la policía de la zona capital de Cali indica que hay cámaras de seguridad en la zona donde ocurrió el doble asesinato y se investiga si se trata de una mafia que trabaja en el control de espacios, lotes y ventas ambulantes.

El asesinato de Sánchez ya había causado alarma: según la organización Indepaz, 169 líderes sociales han sido asesinados con su muerte en Colombia en lo que va de año. El ministro de Seguridad de Cali anunció una recompensa de 50 millones de pesos para quien proporcione información que conduzca a la detención de los responsables.

La escena en la heladería también generó otras preocupaciones: la compañía emitió un comunicado lamentando lo sucedido y diciendo que ninguno de sus empleados resultó herido, sugiriendo que el abogado fue el objetivo específico del ataque.

Este doble asesinato resalta tres áreas de riesgo en la ciudad: la vulnerabilidad de los actores legales y sociales (jueces de paz, líderes comunitarios), el riesgo de disputas por la tierra y el espacio urbano que pueden involucrar violencia militar o mafiosa, y la impunidad continua por crímenes contra la justicia y los trabajadores de derechos humanos.

Por el momento, las autoridades han iniciado una investigación urgente: inspección del lugar, levantamiento del cuerpo del abogado, análisis de cámaras entre las calles Sexta Norte y Chipichape y seguimiento a la denuncia anterior del ex juez que vincula directamente al abogado asesinado. Sin embargo, los autores físicos o intelectuales del doble crimen aún no han sido identificados públicamente.

Este hecho conmociona a la ciudad de Cali: dos muertes en 24 horas, interconectadas, con una evidente conexión entre cuestiones patrimoniales, amenazas pasadas y ejecuciones selectivas. Organizaciones de derechos humanos y asociaciones judiciales advierten que la seguridad de quienes participan en la administración de justicia y el liderazgo de la sociedad está cada vez más amenazada en zonas donde operan conflictos y control ilegal del territorio.

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