Este lunes, un grupo de 59 Afrikácner llegó a Washington DC procedente de Johannesburgo, habiendo obtenido el estatus de refugiado por parte del ex presidente Donald Trump. La noticia generó un gran revuelo global, dado que esta decisión se produjo en un contexto en el que Trump había prometido deportaciones masivas y un endurecimiento de las políticas migratorias. La llegada de los Afrikácneres al territorio estadounidense ha suscitado un intenso debate sobre si se les debe considerar refugiados legítimos o simplemente favorecidos por su raza y origen.
En defensa de su decisión, Trump argumentó que estas familias se enfrentan a una «situación terrible» en Sudáfrica, mencionando una «matanza a gran escala» contra los agricultores blancos. Para sustentar su declaración, el ex presidente se apoyó en las opiniones de su asesor, Elon Musk, quien también es sudafricano. Juntos han denunciado lo que describen como un «genocidio blanco», aunque no han proporcionado evidencia concluyente que respalde tales afirmaciones.
Desde la Casa Blanca, Trump declaró: «Hemos extendido la mano a los ciudadanos para que escapen de esa violencia. No importa si son blancos o negros». Sin embargo, sus detractores han destacado una aparente contradicción en esta postura: mientras él mantiene cerradas las fronteras para miles de migrantes, hace una excepción liberal para un grupo señalado como blanco y privilegiado.
¿Hay persecución contra Afrikácner?
El gobierno sudafricano ha rechazado de manera contundente las acusaciones de persecución. En palabras de Ronald Lamola, el ministro de Relaciones Exteriores, «no hay datos que respalden la persecución de los sudafricanos blancos». En realidad, las estadísticas indican que los Afrikáners continúan siendo uno de los grupos de mayor riqueza en el país, ocupando altos cargos en empresas y manteniendo un notable peso cultural y público.
Aunque se han reportado ataques contra granjas, estos han afectado a personas de diversas razas. Durante 2024, se documentaron 44 homicidios en zonas rurales, de los cuales solo ocho correspondían a agricultores. Al mismo tiempo, Sudáfrica se enfrenta a cifras alarmantes de más de 20,000 asesinatos al año.
Si bien el gobierno reconoce la existencia de violencia rural, insiste en que no se trata de un fenómeno motivado por el racismo. Denuncian que muchos de estos crímenes son producto de la elevada tasa de criminalidad general del país y no de una campaña sistemática diseñada para atacar a la población blanca.
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Leyes de tierras y acción afirmativa: ¿racismo inverso? La controvertida llegada de Afrikenderes a los Estados Unidos: refugiados o favorecidos
Trump y Musk han presentado acusaciones contra Sudáfrica en torno a la implementación del «racismo inverso». En el centro de sus críticas se encuentra una ley que permite la expropiación de tierras sin compensación, la cual busca abordar décadas de desigualdad heredadas del apartheid. Sin embargo, hasta el momento no se ha llevado a cabo ninguna confiscación de propiedades.
Para muchos Afrikáners, estas legislaciones representan una amenaza real, ya que creen que restringen sus oportunidades laborales y afectan su derecho a la propiedad. Por otro lado, el gobierno argumenta que sus acciones buscan lograr justicia histórica para la mayoría negra del país, que ha estado excluida durante siglos.
Sudáfrica también ha implementado leyes afirmativas que priorizan a las personas negras en el acceso al empleo y la educación. Algunos sectores de la población blanca consideran que tales políticas son discriminatorias, mientras que otros las ven como necesarias para restablecer un equilibrio después de décadas de opresión.
Ante este panorama, Trump ha decidido actuar, dando refugio a los Afrikácner. Su decisión fue en nombre de la libertad, pero desencadenó un intenso debate mundial. Muchos han aplaudido este gesto como un acto de empatía, mientras que otros lo critican como un uso político del asilo. Así, la discusión apenas comienza.