«Si funciona, no hay necesidad de cambiarlo» es una creencia de que, en el medio de la transformación digital del negocio, puede ser un problema real: esta aparente estabilidad oculta los riesgos financieros, operativos y de ciberseguridad.

Afortunadamente, el panorama actual permite adoptar estas medidas de modernización con mucha más urgencia y velocidad. Según IDC, para 2027 se estima que más de cuatro mil empresas en el continente, desde organizaciones globales hasta nuevas empresas, decidirán alrededor del 25% de los gastos en TI en iniciativas tecnológicas, para impulsar su crecimiento económico, su optimización de procesos y su protección contra las amenazas cibernéticas.

Invertir en la actualización constante, más que una opción, es una necesidad. Esto es explicado por los expertos de Epam Systems Inc. en una publicación, donde analizan los pros y los contras de este proceso en las empresas de la región.

Los costos ocultos y las vulnerabilidades son las consecuencias de no modernizar

Uno de los principales problemas es la obsolescencia tecnológica: las aplicaciones hereditarias limitan la adopción de herramientas modernas como la computación en la nube, las arquitecturas Sin servidor o contenedores, que ofrecen una mayor escalabilidad, seguridad y rentabilidad. Además, estas plataformas tradicionales generalmente generan el mayor volumen de boletos de soporte, consumen recursos operativos significativos y dificultan contratar talentos capacitados en tecnologías antiguas.

Otro aspecto crítico es la seguridad. A medida que los proveedores reducen el apoyo a versiones antiguas, los parches de seguridad se vuelven menos frecuentes, lo que expone a las empresas a vulnerabilidades cada vez más serias. Teniendo en cuenta que los ataques cibernéticos han aumentado en América Latina, esta brecha tecnológica podría tener consecuencias catastróficas.

Claves para una estrategia de modernización efectiva

Las organizaciones deben diseñar una estrategia de modernización clara, comenzando con una evaluación exhaustiva del estado actual de sus aplicaciones. Esta etapa permite la identificación de tecnologías utilizadas, personalizaciones, entornos operativos, bases de datos, complejidad del código y dependencias externas, todas las cuales influyen en las decisiones sobre qué aplicaciones deben encapsularse, reestructurarse o reemplazarse.

La planificación debe estar alineada con los objetivos comerciales: reducción de los costos operativos, cierre Centros de datosConsolidación de bases de datos, migración a soluciones SaaS o cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad. Establecer objetivos claros y medibles, como migrar el 50% de la cartera de aplicaciones a la nube pública para 2026, le permite dividir el proceso en etapas alcanzables y monitorear el progreso con indicadores precisos.

También se recomienda comenzar con pruebas piloto (Pruebas de concepto) en aplicaciones de bajo riesgo, para validar los enfoques y obtener experiencia práctica. La evaluación del costo total de propiedad (TCO) bajo los modelos de gasto operativo (OPEX) también es esencial para anticipar el impacto financiero.

Otro factor determinante en el éxito de estos proyectos es la gestión del cambio, que participan desde el principio hasta los diferentes grupos de interés, desde los equipos de TI hasta los usuarios finales, para mejorar la alineación de las expectativas, evitar la resistencia y aumentar las probabilidades de una adopción efectiva.

Finalmente, la mala planificación de la infraestructura puede convertirse en el talón de Aquiles durante todo el proceso. Asegúrese de que el entorno técnico esté preparado para la migración, que existan estrategias de implementación escalonadas y que se realicen rigurosas pruebas de rendimiento, es esencial evitar los cuellos de botella y la degradación del servicio.

Modernizar, en lugar de hacer una actualización de software, es reinventar la arquitectura tecnológica para responder a los desafíos de un mercado cada vez más competitivo, digital y exigente.

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