En el país, la decisión de la suspensión del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el acceso de Colombia a su línea de crédito flexible (LCF) ha generado una cierta inquietud; sin embargo, se ha delineado un plan B que el gobierno nacional podría considerar para no quedar sin estos recursos cruciales en caso de surgir una emergencia. Esta situación se agrava porque el FMI aún no ha completado las consultas del artículo IV, un proceso que este año ha demorado más de lo habitual. De acuerdo con informes recientes, este tardío avance se atribuye a cambios en la cartera de Finanzas, específicamente al abordaje entre Ricardo Bonilla y Diego Guevara y posteriormente entre Diego Guevara y Germán Ávila, quien es el actual Ministro de Finanzas.
Durante el mes de febrero, cuando se llevó a cabo la visita habitual del equipo del FMI para la consulta del Artículo IV, el ex ministro Guevara había sido nombrado recientemente, habiendo estado en el cargo por casi dos meses. Para finalizar estas consultas y determinar si Colombia podrá regresar a utilizar la LCF, el FMI está a la espera de la publicación del marco fiscal medio, la cual está programada para el 14 de junio.
Una vez que se haga pública esta evaluación, se llevará a cabo una revisión media sobre el estado de la línea de crédito, la cual cumplió su plazo el 26 de abril.
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«Si para junio el gobierno no logra presentar resultados concretos, el FMI podría decidir retirar la línea de crédito flexible de Colombia, lo que indicaría que no hemos podido demostrar la disciplina fiscal necesaria», menciona Juan Alberto London, el ex Ministro de Finanzas.
Colombia ha dispuesto de estos recursos desde el año 2009, principalmente para enfrentar situaciones de emergencia, y la única vez que los utilizó fue durante la pandemia del Covid-19; el 26 de abril de 2024, el FMI aprobó alrededor de $8.100 millones.
Según el Ministro de Finanzas, Germán Ávila, el gobierno no está interesado en realizar pagos con los recursos de esta línea. Esto se debe a los compromisos de gasto y al hecho de que es una línea a corto plazo. Por otro lado, se planea pagar un saldo de un préstamo utilizado durante la pandemia en diciembre o antes, el cual asciende a $5.4 mil millones, quedando $1.800 millones todavía pendientes.
Dado que no se contempla el uso de la LCF, el Gerente General del Banco de la República, Leonardo Villars, asegura que «es poco relevante» que el FMI haya suspendido el acceso a la LCF. Lo que de verdad importa es saber si el FMI confirmará que Colombia mantiene un marco de política macroeconómica muy sólido; esto podría permitir al país obtener recursos en los mercados financieros externos en condiciones más favorables.
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Plan B para Colombia
En caso de que Colombia no pierda acceso a la línea de crédito mencionada, existe un Plan B que aseguraría más de $8,000 millones para emergencias.
Como se ha señalado, el FMI podría ofrecer a Colombia la posibilidad de acceder a la línea de precaución y liquidez (LPL), diseñada para satisfacer las necesidades de liquidez de los Estados miembros que presentan fundamentos económicos sólidos, pero que aún enfrentan ciertas vulnerabilidades que les impiden acceder a préstamos flexibles.
«Esas líneas del FMI también son beneficiosas, aunque son menos flexibles. Es como tener una tarjeta de crédito platino. No es que sea necesariamente malo, pero su prestigio es un poco más bajo», explica Andrés Pardo, ex Ministro de Finanzas y Director Ejecutivo de la Estrategia Macroeconómica para la Inversión de América Latina en XP.
Este tipo de línea ha sido utilizada por varios países en el pasado, incluyendo Jamaica, Panamá, Macedonia del Norte y Marruecos, quienes han renovado sus acuerdos en múltiples ocasiones.
Para acceder a la LPL, además de obtener una valoración muy positiva en las consultas del IV, Colombia tendría que cumplir con nueve criterios que el FMI toma en cuenta para evaluar si el país puede solicitar este soporte.
Ministro de Finanzas, Germán Ávila. Foto:República de la República
Entre estos criterios se incluyen: una posición externa sostenible; una cuenta de capital con flujos privados adecuados y una sólida historia de acceso del país a los mercados internacionales de capitales en condiciones favorables.
También se exige un manejo responsable de las finanzas públicas, asegurando la sostenibilidad de la deuda pública; niveles bajos y estables de inflación, en el marco de una política monetaria y de cambio robusta.
Además, es importante contar con un sistema financiero sólido y la ausencia de problemas de solvencia que podrían aumentar el riesgo de inestabilidad sistémica, así como una supervisión efectiva y transparencia de datos en el sector financiero.
Estos ocho criterios son los mismos que se consideran para la LCF, sin embargo, la diferencia radica en el nivel de reservas requerido para un acuerdo de precaución.
La LCF exige un nivel de reservas «relativamente laxo», independientemente de las presiones que puedan justificar la asistencia del FMI. Por el contrario, la LPL requiere un nivel de reservas «relativamente cómodo».
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De acuerdo con el gerente del Banco de la República, en este momento el nivel de reservas de Colombia «es adecuado según cualquier métrica que se utilice,» ubicándose en la parte superior de la banda de reservas internacionales recomendadas por el FMI para estabilizar la economía.
Una diferencia adicional es que el pago de los recursos de la LPL está condicionado al cumplimiento de los requisitos establecidos por el FMI. Este es un requisito que no se aplica a la línea flexible.
Apenas es necesaria recordar que, como explica Andrés Pardo, los acuerdos de LPL, que tienen una duración de uno o dos años, requieren revisiones cada seis meses, mientras que un préstamo flexible es válido por un periodo de dos años, estableciendo revisiones a medio término para evaluar la sostenibilidad.
Sin embargo, el ex vicepresidente London considera que Colombia podría no tener acceso a la LPL, dado que uno de los requisitos esenciales es presentar un plan de ajuste fiscal viable y «el gobierno no ha demostrado estar listo para implementar unas finanzas públicas sinceras.» Además, indica que esta línea de crédito está destinada a aquellos que no tienen acceso a los mercados internacionales, algo que, afortunadamente, aún no ha sido la situación de Colombia.
«La deuda es algo que debe ser manejado, aunque a precios mucho más altos. Esperamos no llegar al punto en que los mercados estén cerrados. Sería catastrófico que el gobierno tuviera que contemplar esta posibilidad», advierte.
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Desafío crucial para Colombia
Después de la decisión del FMI de suspender el acceso a la LCF, el principal desafío que enfrenta el gobierno es recuperar la credibilidad de los inversores en su capacidad para gestionar las finanzas públicas.
Para lograr esto, Andrés Langebaek, director de estudios económicos del Grupo Bolívar, sostiene que un buen paso sería comprometerse de manera firme a cumplir con la regla fiscal, mostrando una reducción temprana de los costos y mejorando la recaudación fiscal.
«El problema radica en que nadie confía en el déficit fiscal del gobierno proyectado en un 5.1% para 2025. Consideramos que será más elevado», indica.
Por su parte, Andrés Pardo reflexiona que es crucial hacer que los agentes del mercado comiencen a confiar en que se está tomando la acción necesaria para que el nivel de deuda en relación al PIB no aumente. Esto requiere incrementar la recaudación.
Los planes del Ministerio de Finanzas incluyen una «pronta» reforma fiscal que será presentada al Congreso de la República, pero si esta propuesta no genera ingresos antes de 2026, continuaremos enfrentando problemas. El escenario ideal debería ser aumentar la recaudación en este año», concluye Langebaek.
Sin embargo, esta reforma fiscal también se enfrenta a una escasa base de apoyo político que podría afectar su aprobación, además de las tensiones existentes entre el ejecutivo y el Congreso.