En Colombia, la adopción de tecnologías basadas en la inteligencia artificial continúa creciendo por pasos acelerados. Con el objetivo de optimizar su
Operaciones y recursos, el 60.8% de las compañías del país ya han adoptado la IA con éxito, viendo un retorno positivo de la inversión y un aumento en los ingresos.
Colombia se posiciona, entonces, en un mercado latinoamericano que, según IDC, superará los 3.500 millones de dólares en 2025, principalmente impulsados ​​por soluciones de automatización, análisis avanzados y chatbots.
Aunque este avance representa grandes oportunidades de eficiencia, competitividad e innovación comercial, también plantea desafíos urgentes en ética, privacidad, inclusión y gobernanza de datos.
Cada vez más organizaciones comienzan a cuestionar no solo el potencial de la IA para optimizar los procesos, sino también los posibles impactos sociales de su mal uso. Sin principios de desarrollo responsables, la IA puede conducir a prejuicios, discriminación y efectos negativos a largo plazo para la confianza pública y la reputación corporativa.
Dada esta realidad, las empresas globales como Epam Systems Inc., especialistas en ingeniería de software y transformación digital, destacan la necesidad de aplicar marcos de responsabilidad sólidas para evitar riesgos sistémicos en la adopción de estas tecnologías.

Siete principios para el desarrollo responsable

Para garantizar que la inteligencia artificial contribuya genuinamente al pozo de las personas y la sociedad, Epam Systems Inc. propone en una publicación oficial siete principios rectores que pueden guiar a cualquier organización:

  1. Diseño centrado en humanos: priorice las necesidades, valores y resultados deseables para las personas antes de otros objetivos.
  2. Conciencia contextual: para promover la comprensión de cada decisión, su alcance y consecuencias en los sistemas promovidos por la IA.
  3. Datos y protección de la privacidad: respeta el origen, la seguridad y la confidencialidad de los datos, aplicando de manera proactiva las medidas de protección y evaluación de vulnerabilidades.
  4. Equidad y no discriminación: prevenir los sesgos y las desigualdades integrando diversas perspectivas y equipos multidisciplinarios durante todo el ciclo de vida del sistema.
  5. Responsabilidad social y ambiental: analizar los impactos a nivel de sostenibilidad, tanto social como ecológico, para maximizar los beneficios y reducir el daño colateral.
  6. Repetibilidad y pruebas constantes: Establezca procedimientos de verificación continua para validar el rendimiento y el comportamiento de los algoritmos antes y después de su lanzamiento.
  7. Responsabilidad: asigne responsabilidades claras dentro de los equipos de desarrollo y operación, con auditorías periódicas que garantizan la identificación y mitigación de posibles daños.
    Estas pautas buscan que el desarrollo de la IA no es solo una cuestión de cumplimiento regulatorio, sino un compromiso genuino con el bien humano y el progreso equitativo.
    Un desafío urgente para la región
    La realidad latinoamericana hace que sea aún más necesario reforzar estos principios. Según la OCDE, más del 60% de las empresas en economías emergentes carecen de políticas de ética tecnológica claras y no tienen personal capacitado para auditar sus sistemas
    de ia. Esto abre la puerta a prácticas arriesgadas que podrían dañar a las comunidades vulnerables o profundizar las desigualdades existentes.
    Los expertos están de acuerdo en que la inteligencia artificial responsable implica una colaboración activa entre las empresas, las autoridades reguladoras y la sociedad civil. En ese sentido, las experiencias compartidas por empresas globales como EPAM pueden ser referencia para
    Fortalecer las capacidades locales y regionales, evitando caer en un uso oportunista de IA que prioriza solo ganancias a corto plazo.
    La expansión de modelos generativos y aplicaciones automatizadas en todos los sectores productivos es inminente y Colombia tiene la oportunidad de impulsar un marco ético robusto que coloque al ser humano en el centro de diseño tecnológico. Construir esta visión
    Permitirá generar confianza, minimizar los riesgos y garantizar que la IA sea realmente una palanca de desarrollo sostenible en los próximos años.

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