La oficina del Ministro de Justicia detuvo la resolución ambiental de Savannah Bogotá.

Recientemente, la oficina del Ministro de Justicia ha tomado medidas firmes al realizar una solicitud contundente al Ministerio del Medio Ambiente respecto a la resolución ambiental relacionada con el Plan Ambiental de Savannah en Bogotá. Este plan ahora se encuentra en fase de consulta pública, un proceso que se ha visto empañado por diversas controversias. La solicitud implica la necesidad de revisar la resolución original y reiniciar su regulación de conformidad con las pautas establecidas por el nombramiento 1081 de 2015, que es un documento significativo en el marco legal actual.

La petición se basa en una evaluación efectuada por la institución de gestión, que concluyó que no se justificó un nivel adecuado de participación ni de contradicción en el proceso. En sus declaraciones públicas, la oficina del Ministro de Justicia subrayó la necesidad de que «los documentos y la evidencia técnica que se presentaron deben ser analizados en respuesta a las contradicciones planteadas por las partes interesadas, incluidos ciudadanos e industrias que no han tenido la oportunidad de expresar sus inquietudes».

Uno de los mayores puntos de preocupación para el Ministerio de Justicia es la ausencia de un marco legal que brinde garantías a los ciudadanos que han participado, o tienen la intención de hacerlo, en las consultas públicas programadas que se extenderán hasta el 28 de abril.

«Esta solicitud está encaminada a garantizar que los tribunales se cumplan y a proporcionar seguridad legal, evitando confusiones sobre las consecuencias de involucrarse en este proceso», afirmó el Ministro de Justicia.

Tensión política y técnica

El proyecto de resolución fue emitido por el Ministerio del Medio Ambiente a principios de marzo y, desde entonces, ha generado una gran controversia. A pesar de que la iniciativa busca establecer nuevas directrices sobre la planificación ambiental de Savannah Bogotá, ha enfrentado un fuerte rechazo de diferentes sectores, incluyendo la oficina del alcalde de Bogotá, el gobierno de Cundinamarca y sectores industriales como la construcción, quienes han manifestado su descontento por la falta de socialización del tema.

El alcalde Carlos Fernando Galán fue uno de los primeros en alzar la voz en contra de esta propuesta. En sus declaraciones, expuso que la iniciativa no se encuentra alineada con las necesidades del área capital y su eventual aprobación podría desencadenar incertidumbre sobre el futuro de al menos 138 proyectos de infraestructura importantes, incluyendo obras como el metro de Bogotá, la avenida longitudinal de Occidente (ALO) y el intercambio de la calle 80.

«La falta de claridad sobre qué áreas serán consideradas humedales deja en el limbo proyectos clave para la ciudad», advirtió Galán.

Es relevante señalar que esta iniciativa fue uno de los últimos proyectos impulsados por la ex ministra de medio ambiente, Susana Muhamad. Ella argumentó en defensa de la resolución, afirmando que su objetivo era proporcionar una guía respecto a la protección ambiental de la savanna, sin interferir en los trabajos ya aprobados o en terrenos urbanos activos.

«El alcalde está completamente desinformado sobre la situación», commentó Muhamad.

A pesar de las declaraciones de la ex ministra, la Oficina del Ministro de Justicia ha insistido en que todas las normativas que buscan regular el uso del territorio y modificar las regulaciones ambientales deben estar respaldadas por un proceso exhaustivo, transparente y responsable. Por lo tanto, más allá de solicitar la retirada del proyecto en sus términos actuales, también ha exigido que el procedimiento se reinicie desde cero, asegurando así un amplio asesoramiento público y siguiendo las disposiciones judiciales previas relacionadas con la protección de Bogotá.

Por otro lado, el Ministerio del Medio Ambiente aún no ha proporcionado una respuesta oficial sobre si se continuará o no con la implementación de la Unidad de Gestión. No obstante, está claro que la clasificación de la savanna se ha convertido en un nuevo campo de batalla entre intereses técnicos, políticos y medioambientales.

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